domingo, 2 de mayo de 2010

publicación en el diario de Parana por Luz Alcain




Enrique Pereira: 35 años dándole pelea al olvido

Seis meses se cumplen este sábado del fallecimiento del dirigente. Tras un trabajo de 35 años - que él asumía como siempre y necesariamente incompleto- Pereira dejó una obra inédita que reúne en la web cientos de biografías de radicales de todo el país. Pero la familia proyecta publicar una versión en formato de libro.
Publicado el: 15 de Noviembre de 2009
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Su nota sobre “los tatuajes” sigue en la portada del Diccionario Radical. Está allí, incólume, desde el 11 de mayo pasado para dolorosa llaga en el mundo de la política, para imborrable regocijo de los porfiados en sostener ideales, para los que cargan la agridulce sensación de la soledad rodeada de barullo. Se cumplió ayer seis meses de la muerte del dirigente radical Enrique Pereira. Basta entrar en www.diccionarioradical.blogspot.com para dar con la tan comentada nota de los tatuajes, esa que habla de las identidades políticas, de las marcas ideológicas a fuego. Habla de las nuevas técnicas para borrar en la piel las huellas de tinta, técnica que Pereira supo emparentar con los que cambian de partido según sople el viento. La nota se titula “Don. Los tatuajes borrados y las identidades traslaticias” y relata un encuentro con un pescador que vive en la miseria, que tiene por capital sus ideales. Le dicen simplemente Don –cuenta o imagina Pereira-, tiene tatuado a Hipólito Yrigoyen en un brazo. Antes de dejar al dirigente en la costa, mientras se aleja remada a remada, el pescador le promete: “Me corto la mano antes de traicionar a mi partido”. Desde aquí una invitación a su lectura, que es un modo de saber qué lo andaba preocupando a Pereira, qué diálogos tenía o imaginaba con un militante anodino del radicalismo. La firmó el 11 de mayo. Para que quede allí como testimonio. Tres días después, decidió irse. Portada La nota sigue en la portada de un trabajo inconmensurable de Pereira, trabajo que acompañó su vida cotidiana en los últimos 35 años en un hacer rutinario, obstinado, que no tuvo interrupciones hasta su muerte. Se trata del Diccionario Radical que reúne cientos de biografías de afiliados, militantes y dirigentes del partido centenario aunque su autor privilegió siempre la investigación y difusión de las vidas de los más desconocidos. En sus propias palabras, según se puede leer en el blog, el diccionario es “el resultado de muchos años de trabajo, inspirado exclusivamente por el amor a la UCR. Es una manera más de militar”. Pereira lo dedica a Raúl Ricardo Alfonsín y explica que “la idea es intentar rescatar del olvido a personalidades fallecidas que no debieran ser olvidadas. La mayoría por su abnegación. A otras, pocas, para no olvidar sus defecciones y hasta sus traiciones”. “Necesariamente será incompleto. Siempre harán falta más nombres y más datos”, advierte Pereira en una convocatoria desesperada a la militancia de todo el país para que aporte sus materiales, anécdotas, informaciones, fotografías. En el blog, la información se ordena por provincias. Así, si se elige la opción por “Entre Ríos” se accederá al listado de biografías de esta provincia. Hay una condición inexpugnable para integrar el diccionario: estar muerto, andar esa dimensión especial a la que accederían fogosos, polémicos o grises dirigentes tras dejar la cotidiana arena política. Proceso La condición de fallecido era tan importante como la de ser radical para figurar en el blog. Tanto era así que Luz Buscema, viuda de Pereira, explicó que el trabajo tenía por habitual disparador la noticia necrológica que diera cuenta de una “muerte radical”. Era una suerte de responsabilidad militante la que se despertaba entonces. Se trataba de evitar el olvido para ese “correligionario”. Así, su tarea no terminaba nunca, despabilada en décadas por alguna muerte o por la llegada a su domicilio particular de alguna historia o una foto que completara una biografía ya iniciada, una pieza más en un rompecabezas infinito que se iba haciendo con la vida misma. Luz explicó que la tarea de su esposo no cesó nunca. “Ni siquiera cuando vivimos en España”, dijo la mujer que hizo notar la infinita inversión en dinero “para el teléfono, para el correo” y remarcó el modo en que todo se simplificó cuando “el material pudo ser trasladado a la computadora y, unos años después, Enrique pudo además comunicarse vía e-mail con radicales de todo el mundo”. En eso estaba, seguía estando, cuando se fue de golpe. Dejó un inmenso silencio y un patrimonio incalculable. Sobre todo, dejó una responsabilidad ineludible para la militancia: ganarle, en desventaja, una carrera al olvido. En papel Esa obra que dejó Pereira en formato digital, tiene también su versión en papel. Ocupa un espacio importante: 1800 páginas que amontonan historias, anécdotas, fotos, en orden alfabético. “Como homenaje a Enrique queremos hacer una edición en papel”, confió Luz Buscema que, cuando el dolor deja tiempo, se ocupa de avanzar en una necesaria síntesis del inmenso trabajo. “Queremos hacer un libro que sea barato, que sea de fácil acceso para la gente, que se difunda”, dijo la mujer que, para describir el trabajo de Pereira, apeló a una anécdota y al “humor al paso” que caracterizaba a su marido: “Yo siempre le decía ‘terminá ya con ese diccionario de una vez por todas’. Le decía que, al final, iba a ser una obra póstuma y que yo ni siquiera iba a poder disfrutar de los derechos de autor porque cualquiera iba a editar el material. Su diccionario no lo terminó pero hizo el trámite ante la Dirección Nacional de Derechos de Autor”. Tribulaciones Tal vez fue demasiado para un hombre como Pereira, al que pocas cosas le importaban más que la política y la UCR. En la noche del 31 de marzo había fallecido Raúl Alfonsín, su amigo y referente partidario. Pereira ya era, entonces, el tercer miembro del Tribunal de Ética y cargaba con orgullo ese puesto. Sin embargo, fue una braza cuando debió resolver el perdón a Julio Cobos, a quien había criticado ferozmente. Insistentes llamados intentaron convencerlo y Pereira votó como votó, el 11 de abril. El fundamento del perdón invocaba la memoria de su querido Alfonsín. En efecto, el presidente de la Convención Nacional, Hipólito Solari Irigoyen solicitó que se levante la sanción por cuanto el vicepresidente “manifestó su anhelo de integrar el radicalismo e invocó el llamado a la unidad partidaria que le hizo, en su lecho de enfermo, el ex presidente Raúl Alfonsín”. Pereira había escrito en contra del ex radical K, entre otras cosas, la siguiente: “El Ingeniero Cobos, que le debe todo a la UCR, no trepidó en abandonarla en los tiempos de las vacas flacas, marchándose para pacer en campos con hierbas aromáticas, incapaz de marchar por el desierto, como lo hicieron muchas generaciones de radicales en distintos momentos de la Historia”. Un mes después de levantarle la sanción a Cobos, el 11 de mayo, Pereira firmó en su Diccionario Radical la nota de “los tatuajes” que aquí se menciona. Luz Alcain, para El Diario
Claves: Pereira

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