martes, 18 de marzo de 2008

EL TIEMPO DEL DEBATE...PARA ALGUNOS, ¿YA PASÓ", por MARIO JARAZ

EL TIEMPO DEL DEBATE… PARA ALGUNOS, ¿YA PASO?

Ing. Mario Jaraz


Para poder crecer intelectualmente no basta con cultivarse individualmente. Es preciso saber que piensan los demás, que dicen, que opinan, comparar, confrontar, debatir.

Es apasionante debatir, intercambiar ideas, discutir. Es la única manera de enriquecernos.

Saber lo que los otros piensan nos permite ir entendiendo nuestro propio camino.
Lastima que nos obligaron a no debatir.

El país se perdió y se sigue perdiendo, a causa de un perverso autoritarismo, un precioso tiempo por haberse privado y seguir privándose de este instrumento que sintetiza la creación de lo diferente.

El sueño del pensamiento único, la idea intocable, la voz exclusiva de los iluminados de turno, han causado un daño demasiado importante como para no tratar de rescatar urgentemente este mecanismo tan valioso para el diseño de las mejores soluciones.

Los radicales, históricamente adeptos a esta cuestión del debate, también asumimos una parte de culpa porque no tuvimos la suficiente convicción para insistir y provocarlo.

Lo malo, dentro del radicalismo, es que muchos nos dimos cuenta y estamos tratando y luchando por cambiar, mientras otros solo declaman su adhesión, pero en lo práctico luchan por no cambiar.

Es una tarea difícil. Los que peleamos por no cambiar, por luchar para que sigan vigentes y adelante nuestros pensamientos, principios e ideales, por hacer de la gente protagonistas con fuerte voz y no meros espectadores o simplemente receptores silenciosos, estamos debilitados y hasta te diría que a la sociedad les cuesta comprendernos, mientras que los que pelean por cambiar nuestra esencia, por deformarla, por entenderla simplemente como una cuestión a la que se acude cuando conviene y cuando no se la guarda en el archivo, en este momento particular, tienen el apoyo del poder.

Este apoyo los ha enceguecido y no entienden que están siendo participes de la construcción de un modelo de sociedad que en nada se parece a la que propone nuestra manera de pensar.

No somos fundamentalistas, y podemos decir que, debido a la dinámica de cambios de este mundo fuertemente comunicado, hemos aprendido a entender los movimientos que se producen dentro de las sociedades como producto de la aparición de ideas y conceptos diferentes.

Pero esa misma dinámica, esa aparición constante y permanente de novedades en lo ideológico y en la interpretación de la sociedad y sus cosas, debe motivarnos a superarnos, a saber, a leer a conocer y a no despreciar sin entender. No hay que temer a los cambios si a los traslados producto de otras motivaciones que nada tienen de espiritual y si tal vez, mucho de material.

El conocer más no implica necesariamente una provocación al cambio. Por el contrario, quizás represente una consolidación del propio ideario y la consolidación del sentido de pertenencia.
Esta situación plantea como consecuencia el fortalecimiento de una identidad.

Mucha gente cuestiona y hasta pone en duda la fortaleza del ideario radical y su vigencia en un presente tan conmovido por un resquebrajamiento muy pronunciado en la sociedad mundial que al ser sitiada por un perverso materialismo instala como hipótesis de sobrevivencia para una gran mayoría de los seres humanos el desafío de la llegada al día siguiente.

En el radicalismo tuvimos la osadía de sentarnos a discutir nuestra propia ideología, la validez de nuestros principios de nuestra estructura, y especialmente como diseñábamos una posibilidad de participar acorde a las nuevas exigencias.
Tuvimos éxito. Durante tres días trabajamos con gran ahínco y dedicación y produjimos un rico material que nos ubicaba ante la nueva realidad.
Esto fue en el mes de octubre de 2004.-

Tenemos la ideología actualizada, que al estudiarla hoy nos indica su actualidad.
Pero no pudimos prever lo que en el corto plazo sucedería.

La presencia de un gobierno que accedió al poder no por haber ganado las elecciones sino por deserción de otro candidato de su mismo signo político, que al sentirse débil en su inicio, hizo de la construcción de poder su gran objetivo. La coyuntura internacional y algunas acertadas medidas económicas, contribuyeron grandemente a la fortificación de su accionar y encontró aparte de los propios, en hombres de otros partidos políticos aliados de esta construcción.

Es una historia conocida que la única duda que plantea, es si fueron cooptados o simplemente decidieron adherir porque se sintieron subyugados por el pensamiento que surgía del poder ejecutivo.

Desde el interior del partido, la Unión Cívica Radical se instrumentaron todas las medidas posibles para entablar un diálogo, un debate, que nos permitiera conocer si podríamos continuar juntos, pero siempre encontramos la misma intransigencia.

La única salida que admitían para conciliar, a partir del mensaje de que era la única salida para la Unión Cívica Radical, era adherir al partido al proyecto de la concertación, la transversalidad y cualquier otro sinónimo que se quiera usar, que proponía el equipo del Dr. Néstor Kirschner, entonces Presidente de la Nación.

¿Y del radicalismo, que? De sus ideas, del sueño de sus simpatizantes y militantes?

Nada era válido. Solo debía primar para todos la concreción de los deseos y las aspiraciones del grupo de gente que siendo parte del partido y gracias a este habían arribado a cargos de gran responsabilidad dentro de la estructura del Estado Nacional y provincial.

Esa era y sigue siendo la realidad, lo que cambió fue que se encuentran un tanto desorientados debido a que el Dr. Kirschner olvidó en este momento de promover la Concertación que es su momento tanto los atrajo, y sin contarles nada, comenzó a trabajar en la normalización del Partido Justicialista, del que en más de una oportunidad hasta había abjurado.

Ante el nuevo escenario que tienen frente a si, comienzan a elaborar una nueva estrategia.
Dicen que quieren volver para llevarnos a todos. Dicen que son el cambio, que quienes estamos porque nos quedamos, no representamos a nadie y estamos llevando al partido a su desaparición. Dicen cosas…que debemos actuar como si no se hubieran ido y si es posible que quienes tenemos la obligación de dirigir el partido por designación de nuestros pares delegados al Comité Nacional, renunciamos y nos retiremos…

Y es válido preguntarse: ¿Para que quieren que nos vayamos? ¿Si a la Unión Cívica Radical hay que cambiarla totalmente porque no optan por la más simple que es armar un nuevo partido que nada tenga que ver con este? ¿Por qué no arman uno en el que ni su nombre ni sus símbolos les traigan malos recuerdos?

¿No pueden? ¿No son capaces?
¿A que se debe su insistencia en seguir perteneciendo si han actuado y luchado en contra de su partido?

¿Qué pasa?
¿Por qué tantas mentiras y tantas declaraciones?

La Unión Cívica Radical no hecho a nadie, solo ayudó a quienes no tuvieron el coraje de enfrentar sus propias actitudes y los desligó de su pasado.

Somos el partido de la libertad y la practicamos y respetamos, pero al mismo tiempo somos radicales.

Una enciclopedia precisa el significado de la palabra “radical”, distinta quizás a la de nuestro uso corriente, y a ella acudiremos para tratar entender que habían pretendido reflejar los fundadores de la Unión Cívica Radical al insertar este término en el nombre del partido. Existen dos definiciones realmente impactantes que son las que especifican realmente la fuente fundamental, la esencia, de esta verdadera escuela de vida, que es nuestro partido.
Dicen así: “radical: Perteneciente o relativo a la raíz. Fundamental, de raíz. Total, de forma completa. Partidario de reformas extremas, especialmente en sentido democrático”.

Obsesionados por encontrar más claridad, leemos lo que indica como radicalismo.

Radicalismo: Doctrina que sostiene principios fijos y definidos, sin admitir términos intermedios. Conjunto de ideas y doctrinas que intentan, en algunos momentos de la vida social, introducir grandes reformas en el orden político, científico, moral o religioso. Por extensión, el modo extremado de tratar los asuntos.

Son sin dudas definiciones semánticas cuyo uso estricto podría ser cuestionado, pero si recordamos que en aquellos tiempos don Leandro Alem dijo – quizás no sea textual la trascripción que: “En política no se hace lo que se quiere o lo que se puede, se hace lo que se debe o sino no se hace nada” , podemos aseverar, sin temor a equivocarnos, que entre la definición idiomática y su aplicación en la política no existen diferencias.

Ese era el espíritu del ser radical en cuanto a actitud frente a las acciones a realizar y en él debemos encontrar la inspiración para edificar nuestras posturas en este momento de refundación, que estamos convencidos debe mantener intactos, y transmitir, todo este cúmulo de postulados productores de coherencia, confiabilidad y previsibilidad. (Estimables virtudes políticas)

Ser radical no significa ignorar los cambios. Siempre debemos estar alertas para no quedar detrás del sentir, el pensar y las necesidades de la gente, como tampoco de lo que produce la sociedad. Por eso somos Progresistas. Porque somos partidarios del progreso, de las ideas avanzadas, especialmente de aquellas que tienden al cambio de las estructuras sociales, económicas y políticas, con el complemento innegociable, de que el mismo debe ser para todos por igual, abarcativo, reservándose la sociedad la potestad del rechazo de aquello que entiende la puede perjudicar. Y este último concepto es lo que nos diferencia de muchos otros que también se dicen progresistas. En esto somos pragmáticos. ¡Una sociedad que rechaza el progreso discriminatorio y dañino!!!

Con estos conceptos podemos explicar los porque de que el Comité Nacional actúa en diversas oportunidades tan drásticamente.

La degradación de la política encuentra uno de sus justificativos en la incoherencia, en las concesiones que a si mismos se otorgaron los políticos para justificar su falta de capacidad y a veces su ignorancia y creemos, a partir de este análisis, que uno de los pilares en los que podría asentarse la refundación de la UCR es en la recuperación de la política y de sus valores.

No consideramos que los que se fueron son malos, ineptos o traicioneros. Ni Carrió, ni Lopez Murphy, ni los gobernadores, intendentes, etc. que se alejaron del partido creemos que lo sean.
Optaron por un proyecto diferente.

Algunos, los menos, fueron muy explícitos sobre los porque de sus cambios y otros al irse, a modo de justificación solo profirieron ofensas contra el partido y quienes lo dirigíamos.
Más allá de lo mucho o poco exitosos que fueron o serán, pensamos que no se puede bajar en su búsqueda porque estaríamos tirando por la borda una de las grandes cosas que integran el patrimonio del partido que es su dignidad.

En cuanto a los demás, a los que no nombramos, sean primera, segunda, tercera o el numero de línea que sea, estamos convencidos de que el deseo de retorno debe surgir de ellos, con mensajes publica y convincentemente dichos, que deben contener su arrepentimiento, porque sino corremos el riesgo de caer en la aceptación de que en nuestra vida institucional todo es posible.
Salvo cuestiones extremas, muy claramente explicadas, no creemos ni en la obediencia debida ni tampoco en el: yo no sabía. No estamos hablando de analfabetos, sordos y ciegos simultáneamente.

La urgente necesidad de pensar y llevar a cabo una estrategia potenciadora y exitosa para nuestro partido surgirá de un debate honesto, claro, abierto, respetuoso y amplio que no omita ninguna cuestión ni ninguna causa.

Estamos seguros que de esta mecánica de funcionamiento resurgirá el radicalismo de la gente, que obviando la traición de muchos de sus dirigentes, volverá a ocupar el lugar que el destino y la república le tienen reservado.

El intercambio de opiniones es necesario y la ideología no debe ser una limitante para ningún trabajo o tarea que deseemos llevar adelante, sino que ella es la que debe dar el marco preciso a todas y cada una de nuestras acciones, caso contrario corremos el riesgo de caer en el atrayente camino de buscar las formas de ganar sin saber para que deseamos hacerlo.

Es valido recordar lo que una vez dijo el canciller alemán Willy Brandt: “...en democracia no hay callejones sin salida, y esa es la grandeza del sistema de convivencia”.

Como conclusión podemos decir, para los que estamos y para los que se fueron, para los que somos y para los que dejaron de serlo que: Con sus más y con sus menos, con sus errores y aciertos: LA UNION CIVICA RADICAL ES DEMOCRACIA VIVA Y ALTERNATIVA REAL DE PODER PARA UNA SOCIEDAD A UNA VIDA DE LIBERTAD, IGUALDAD Y DIGNIDAD.
Simplemente por esto: seguirá viva.


1 comentario: