viernes, 28 de mayo de 2010

habló el amigo Bernardo Salduna


EN MEMORIA DE ENRIQUE PEREIRA
El tiempo pasa rápido y cuando nos queremos acordar ya ha trascurrido un año desde la dolorosa partida de nuestro amigo Enrique.
Y, como amigo, me han pedido que diga unas palabras. E, intentando cumplir, voy a destacar tres aspectos de la personalidad de Enrique:
Primero quiero contar como trabé amistad con él: fue allá a fines del año 70 , en el marco de un viaje inolvidable que, junto a Rodolfo Parente, recien recibido de abogado, hicimos a Chile los tres, con motivo de la asunción del presidente Salvador Allende. Se abría en el país hermano una experimento inédito: un proceso de cambios económicos y sociales en sentido progresista. Y en un marco de pacífica transición respetando plenamente los derechos humanos y las reglas de la democracia pluralista. Un proceso que pareció frustrarse, pero que, en definitiva sembró la semilla de un cambio profundo en Latinoamérica del cual hoy comenzamos a ver los resultados.
Fue para nosotrros una experiencia interesantísima y profundamente enriquecedora.
Pero, más que nada, y desde el punto de vista humano, porque me permitió conocer a una persona como Enrique. Sin exagerar podemos decir que resultó un compañero de viaje excepcional . De buen carácter, dueño de un gracejo formidable, y una capacidad para relacionarse con las gentes más diversas, de las que podía conversar de los temas más variados. Creo que muy pocas veces lo pasé tan bien y tan divertido en un viaje. Los cientos de anécdotas, las cosas que nos pasaron, nuestras charlas, el conocimiento de grandes personalidades, etc. han quedado en la historia y nos darían para escribir un libro.
A partir de allí nació una mutua simpatía y larga amistad, alimentada a través de un intercambio epistolar, a veces nutrido, otras , como le gustaba decir"a media correspondencia". La relación amistosa nunca se enfrió a pesar de vivir en distintas ciudades –yo en Concordia, él en Paraná- ni en las diferencias de enfoques políticos que a veces teníamos.
Debo decir de él que desde un primer momento me impresionó su inteligencia clara y su vasta cultura. Formada no metódica ni planificadamente, sino un poco a los ponchazos, como autodidacta. Era una lástima, y así se lo hacíamos saber sus amigos, que no hubiera continuado sus estudios universitarios. Es que era un espíritu libre y le costaba adaptarse a la disciplina rígida del estudio sistemático.
Como leí alguna vez referida a un gran escritor argentino –no voy a nombrarlo porque a Enrique no le gustaba por su posición política- (1) decían de este hombre que, en su juventud había sido "mal estudiante a fuerza de ser muy estudioso". Algo parecido podíamos decir de Enrique. Era enorme todo lo que leía, lo que había aprendido. En materia de historia, en especial de la historia de España, la patria de sus padres, era un erudito. Y ni hablar si el tema era la Guerra Civil de España, y los recuerdos de su querida República Española. Creo que ni siquiera en España encontré alguien que conociera tanto sobre el tema como él.
Otro aspecto era la fuerza y convicción que ponía en defender sus principios y sus ideas. A veces caía, a mi juicio, un poco en el defecto de idealizar demasiado aquellos hombres o ideas que simbolizaban aquello que defendía . Y, por contraste, en demonizar lo que estuviera enfrente. Esto hacía que discutiéramos, a veces con fuerza, argumentando nosotros que las cosas no son tan drásticas, que todo no es blanco o negro, que existe una vasta gama de grises. Que la vida a veces nos obliga a ser tolerante con las debilidades humanas. Pero ocurría que él no subordinaba su opinión o sus principios a una conveniencia circunstancial, ni mucho menos, personal. No especulaba con esto y, aunque en definitiva, se sometiera disciplinadamente, lo hacía sin ocultar su diferencia, y marcar a fuego las conductas que, a su criterio se apartaran del ideal. (2)
Sobre todo en los últimos tiempos, Enrique se había transformado en algo así como la "conciencia" del partido en que militaba, lo que probablemente molestara a más de uno. Por este motivo quizá es que la sociedad y el partido al que perteneció y sirvió con desinterés, se privó de aprovechar al máximo su talento, capacidad e inteligencia. Y él mismo no llegó a ocupar los espacios a los que tenía sobrados derechos. Por eso, por lealtad a las cosas en que creía sus últimos esfuerzos estaban destinados a rescatar del olvido a personas y personajes de la vida política entrarriana. Tarea valiosa, por cierto, en momentos en que la actividad política parece tan devaluada y la juventud ya no busca modelos en el ámbito de una actividad, en esencia tan noble y que en definitiva parece o se presenta hoy como tan sucia.
Tal vez su intención era precisamente mostrarle a las nuevas generaciones que no era así y que, por el contrario en nuestra propia historia lugareña podíamos econtrar ejemplos de figuras dignas de destacar por su austeridad, esfuerzo o espíritu de lucha y sacrificio por un ideal.
En esa tarea estaba, recopilando información, pidiendo datos y referencias a sus amigos y correligionarios de toda la Provincia. Que no siempre entendían y muchas le respondían con la indiferencia o el desinterés.
Leí por ahí que hay dos tipos de hombres (y mujeres): algunos se esfuerzan por tratar de ocupar el primer plano de la escena. Ubicarse en el punto más alto. Aunque allí lo único que muestran es su mediocridad.
Otros por el contrario, por modestia y sencillez , por su exigencia al momento de autovalorarse, quizá por subestimar sus propias capacidades, permanecen en un segundo plano , moviéndose en un escenario más limitado. Incluso brindando, con desinterés y generosidad sus conocimientos y capacidad en una multiplicidad de temas, para que otros se lucieran. (3) Y sus méritos y condiciones no llegan a los grandes ámbitos y quedan relativamente restringidos al limitado espacio de los más cercanos.
¿dudaremos en cual de las dos categorías debemos ubicar a Enrique?
Finalmente, hay un aspecto de su personalidad que no puedo ni quiero omitir: confieso que hasta hoy todas las mañanas cuando abro mi correo de e-mail, estoy esperando ,subconcientemente encontrarme, con los mensajes con que Enrique me bombardeaba cotidianamente. Y no puedo dejar de extrañar su ausencia.
Allí venía de todo: desde artículos y comentarios de actualidad, del país, la provincia o el mundo, opiniones diversas sobre los temas más disímiles. Y , sobre todo, las notas de humor. De ese humor chispeante, a véces un poco ácido, de la combinación ingeniosa de palabras, de los escritos desopilantes y hasta de la poesía inédita. Cosas que Enrique pretendía hacer pasar como escrita por algún ignorado autor y que él sólo-asi decía- se limitaba a reproducir y divulgar.
A veces, por falta de tiempo o ganas, yo dejaba mucho de sus mensajes sin abrir. Lo hago ahora, poco a poco, como si cada vez que abro un mensaje es como si fuera descubriendo una nueva faceta del espíritu de mi amigo. Algunas cosas me traen recuerdos y me provocan una suerte de melancólica tristeza. Pero hay otras en que no puedo evitar la sonrisa y hasta reírme con ganas.
Y no creo que eso sea una irreverencia a su memoria. Por el contrario, viene a cuento aquí recordar una frase de un poeta militante, muerto en las cárceles del nazismo: "por la alegría he vivido. Que la tristeza no sea unida jamás a mi nombre". Eso debemos hacer. Pese al dolor que nos causa la ausencia de Enrique, recordarlo con alegría, como él tal vez hubiera querido.

miércoles, 26 de mayo de 2010

artículo de Riani del día del homenaje


El día que Enrique decidió dejarnos su recuerdo
Jorge RianiLas manchas del dulce de membrillo sobre las fotocopias ahí estaban como indeleble evidencia del descuido. De algún modo se ingeniaba para que el membrillo de las facturas fuera a parar a las páginas de los libros, pero esa mañana de sol luminoso dieron de lleno en unas fotocopias.

No era el descuido más evidente ese día: la remera al revés saltaba a la vista general con la etiqueta hacia afuera desafiando el orden establecido. Cuando alguien le advirtió la situación, Enrique no dudó nada; se quitó la prenda en el salón repleto de clientes y se la calzó al derecho.Por momentos quedó con el torso desnudo ante decenas de personas, y a la falta de rubor propio, las tonalidades encendidas alumbraron el rostro de todos lo que compartíamos mesa con él.De ese modo desacartonado y decidido era Enrique. Capaz de acomodar las cosas sin reparar en las formas ni en convencionalismos. Si hasta ese momento alguien no se había dado cuenta de que tenía la remera al revés, pronto supo, al menos, que ese señor casi calvo, con una corona de pelo blanco absoluto era capaz, en el céntrico café, de ponerse en situación de bañista sin aviso previo.Esa mañana estaba eufórico por la nota que EL DIARIO había publicado sobre su esmerado diccionario enciclopédico de la Unión Cívica Radical. Llegó a la hora acordada con la fotocopia de una nota firmada por Fabián Reato a la que luego añadió su marca personal de dulce de membrillo y me las dio. Acordamos que yo las leyera antes de escribir un pequeño artículo para “La Nación” sobre ese desvelo, su desvelo, que fue tomando cuerpo tímidamente hasta convertirse en un soberbio trabajo de investigación referido al más antiguo partido político de la República Argentina.Enrique Pereira era un estudioso con modales de cómico. Hace hoy un año optó por dejarnos su recuerdo, en una decisión que condensa su condición de hombre profundamente apasionado y decidido.Con él se fue un baluarte de un modo, casi extinguido, de vivir la política. La política como movilizador social, pero también como motor de superación personal.No fue esa mañana, la de la remera al revés, la última vez que estuve con Enrique. Algunos días más tarde me convocó a su escritorio atiborrado de libros y fetiches políticos para hablar de algo que lo ocupaba mucho por esas horas: la condición ruinosa de dos periodistas. Estaba muy preocupado porque esos amigos pagaban caro cierto desaire al poder, que había intentando en vano alquilar sus lenguas y comprar sus dedos de dactilógrafos.Lo de Enrique no era testimonio hueco; encaró una acción concreta que le hizo ganar algunos disgustos y enojos con los que respondía al desinterés general, a la indolencia vigente. Es probable que haya aderezado su carácter personal y sus decisiones solidarias con algunas experiencias inspiradoras.Alguna vez contó que cuando la sombra de la dictadura le tocó el hombro, se le abrieron las puertas de EL DIARIO como salvaguarda para los días difíciles que le esperaban al país y su gente.No habían pasado muchas semanas desde el golpe de Estado de 1976. Él regresaba con Luz de su viaje de bodas en Buenos Aires y lo primero que encontró al atravesar el umbral de su casa fue un telegrama de despido. Tachado como “peligroso” por el régimen, debió dejar su puesto en el Estado provincial. Tenía tres meses de casado y un horizonte de incertidumbre por delante, cuando lo llamó para integrarse a esta Redacción el doctor Arturo J. Etchevehere.Conoció Enrique el fragor del cierre en madrugadas aceleradas. Abrazó la causa de un diario que nació oponiéndose al fascismo que comenzaba a pendular sobre la humanidad en los albores del siglo XX. Y se sintió como en casa en este diario, cuando afuera amenazaba otra nueva tormenta.Una noche, Don Arturo lo comisionó para que vaya a recibir un premio comercial en nombre de EL DIARIO, en un acto del Club Social donde no faltaría algún paniaguado que vaya luego a contar a los usurpadores del poder que “el peligroso Pereira” estaba representando al diario de la ciudad. Fue un salvoconducto que le valió a Enrique para entonces y hasta el final de la noche larga.De él, las reseñas biográficas aludirían a los cargos que ocupó en el radicalismo nacional y provincial, al premio “Manuel Hazaña” que le otorgaron en Madrid por su defensa a la causa republicana, a las notas en la revista “Todo es historia”, a su paso por la Embajada Argentina en España y a muchas otras cosas. Todo eso es cierto, pero Enrique era más todavía.Era un polemista nato. Irónico, sesudo, documentado, dedicó buena parte de su vida a enfrentar a los enemigos de la democracia con su letra aguda y precisa. Es probable que haya sido el paranaense que más hizo enojar a los historiadores fascistas de los últimos lustros y que discutió públicamente con los añoradores del franquismo, por caso.Su nombre era demonizado en los nidos escondidos de tacuaras que cantan loas a los tiranos.Con su muerte, la conmoción pegó en varios lugares. Recuerdo haber recibido una cadena de correo con la expresión incrédula y conmovida de la lúcida Pilar Rahola, otro de Jaime Naifleisch, desde Barcelona.Supimos que Enrique se había ido, y nos llevó un año advertir cuántas cosas se fueron con él: se fue un lector incurable, un estudioso activo, un documentalista comprometido con las causas justas, la memoria de lo que no hay que olvidar. Se fue un amigo.

lunes, 17 de mayo de 2010

homenaje a Enrique pereira

Recordaron al dirigente radical Enrique Pereira
Publicado por La Nota Digital en 15 Mayo 2010
Dirigentes, familiares y amigos recordaron al dirigente radical. Se puso de relieve su tarea intelectual. Su hijo lo calificó como un militante y “no un radical de la mesa servida y la gloria barata”. Estuvieron Antonio Artusi y Sergio Montiel. Julio Cobos fue criticado.
Indica Página Política que hace un año el radicalismo entrerriano perdió a su mejor historiador.  En un  homenaje de familiares, amigos y dirigentes del radicalismo se destacó el rol del “potente militante” y se descubrió una placa.
En la habitación donde hoy funciona el Rectorado, en la casa de la UCR, se realizó este viernes una exposición de las pertenencias que Enrique Pereira tenía en su biblioteca  de calle Malvinas y Córdoba: carnet, fotos, cuadros de dirigentes radicales de todas las épocas, afiches del PSOE y de su tan defendida Segunda República Española, de la cual conocía su historia como nadie en estas pampas.
Dice el cronista de Página Política que también se mostraron sus escritos en revistas de historia y algunos de sus libros como  Mil nombres del radicalismo entrerriano, Cuando los Coroneles eran Radicales, etc. Sobre una mesa se exhibió un cuadro con la imagen de todos los gobernadores radicales, que había sido donado por Pereira al Comité provincial. Para ver las caras de los mandatarios había que hacer un esfuerzo, ya que estaban mirando para un rincón y no para donde la gente pasaba. Quedó claro que la idea no era mostrar el cuadro sino lo que decía atrás, escrito con un fibrón: En caso de golpe de Estado devuélvamelo. Enrique Pereira. Y ponía su teléfono. Es que también es recordado por su inagotable creación para hacer humor.
La jornada en la sede de calle San Martín fue amena. Estuvieron aquellos dirigentes que solían compartir largas sobre mesas con Pereira como Parente y Jorge D Agostino. También estuvo Sergio Montiel, Magda Varisco y algunos miembros de la conducción del partido.
En el acto,  se leyeron cartas de dirigentes del interior y de otras provincias. Todas coincidieron en resaltar la coherencia y la entrega de Enrique al centenario partido. También se destacó su consistente formación intelectual.
Una de las presencias más conmovedoras fue la de Margarita Ronco, secretaria privada de Raúl Alfonsín. La mujer estaba representando, seguramente, a quien sirvió gran parte de su vida. Prefirió no hablar cuando se le pidieron unas palabras. “No podría, estoy emocionada”, dijo con la voz quebrada.
Habló el diputado Antonio Artusi. Entre lágrimas y humoradas se refirió a “quizás una de las obras más inéditas que pueda tener un partido”, en referencia al diccionario enciclopédico de la Unión Cívica Radical, que hoy se sostiene en un blog y en un cúmulo de papeles a resguardo de su esposa.
Por su familia sanguínea hablaron Ramiro y su mujer, Luz. Su hijo lo recordó como un militante de la causa radical y “no un radical de la mesa servida y la gloria barata”, dijo citando al diamantino, Leopoldo Melo.
Su mujer, entre sollozos, confesó haberles “echado la culpa a todos los radicales cuando lo encontré a Enrique entre el juez y la Policía”. “Me acuerdo esos días en que se hablaba de (Julio) Cobos y todo eso”, recordó para incomodidad del presente partidario. Días antes Enrique, como miembro del Tribunal de Ética de la UCR a nivel nacional, votó por borrar la amnistía del vicepresidente que recuperará su condición de afiliado ni bien deje el gobierno que encabeza Cristina Fernández de Kirchner.
La decisión fue por demás perturbadora para Pereira que había manifestado pública y enfáticamente su repudio al mendocino cuando integró la fórmula con Cristina Kirchner. En el marco de feroces presiones, en un contexto en el que la UCR tejió su expectativa de recuperación en torno a la imagen de Cobos, Pereira debió decidir y le costó caro.
Luz dejó planteada alguna que otra insinuación respecto de aquel contexto político y de las contrariedades que afectaban a su esposo hace un año. .......
(La Nota digital)

jueves, 6 de mayo de 2010

Así era Enrique Pereira

Enrique Pereira era conocido en su ciudad de Paraná, por ser una persona de un sentido del humor que no le abandonaba y que, con finas ironías y constantes juegos de palabras, divertía a todo aquel que entablaba conversación con él.

Al fallecer era parte de la historia de la ciudad, ya que se involucró en innumerables entidades de bien público, cooperadoras, asociaciones de amigos, comisión de su querida Biblioteca Popular, comisión de nomenclatura de calles, y un largísimo etcétera.

Enrique no ocupó altos cargos políticos, más allá de un par de casos concretos en sus más de 50 años de trayectoria en la UCR (si bien los ocupó en mayor medida dentro de la política partidaria, y su gran orgullo fue ser el primer Rector de la U.C.R. de E.R.).

Lo que lo hacia especial en la vida cívica de su medio, e incluso mas allá del mismo, era su historia, su enamoramiento de los ideales primigenios de la UCR, y el profundo sentido de pertenencia a ésta, de manera orgánica. Era sin dudas un arquetipo del hombre de partido y más específicamente, una expresión definida del tipo humano identificado con la “causa radical”.
Esa pasión no emanaba de la ambición o de buscar el propio beneficio, sino que era una parte muy profunda de su personalidad, incluso en ocasiones tomaba tintes de devoción. Quizás, y a la luz del breve tiempo transcurrido, se pueda decir que era una devoción que se había tornado amarga. Las figuras señeras en las que creía ya no estaban, y los nombres y las historias que para él tanto habían significado y significaban, las veía convertirse en piezas de museo, acartonándose y perdiendo su sentido. El Partido y la Argentina de la que se enamoró de alguna manera ya no estaban, habían cambiado, y permítase el giro, de manera radical.

Pero evidentemente no lo creía todo perdido, pues se afanó en finalizar el trabajo que había comenzado casi 30 años atrás, la unión de sus dos pasiones, la UCR y la Historia.
En el estudio histórico sobre este tema, Enrique Pereira nos muestra la profundidad de su visión, uniendo lo práctico con lo ideológico. Lo pinta cabalmente el hecho que la intención de este diccionario sea la de iluminar la figura y la trayectoria de figuras que en su mayoría eran “radicales de a pie” como el los denomina, y como seguramente se denominaba a si mismo.
Por el contrario a los gigantes de la historia radical, a quienes tanto admiraba, les dedica un relativamente modesto espacio.
¿No lo define esta elección? ¿Acaso no se ve con claridad, que para el tanto la historia como la política no la hacían ni la hacen los “grandes hombres” sino aquellos miles de nombres? (como él lo dijera tácitamente en el titulo de otro de sus libros “Mil nombres del Radicalismo Entrerriano).
Veía las cosas de una manera muy contundente, creyendo firmemente en lo que se denomina “juicio de la historia”, en este sentido a pesar de ser una labor de rigurosidad científica en lo inherente al enorme trabajo de campo e investigación artesanal, no deja por ello de expresar sus opiniones y comentar como narrador activo de la historia, cosa que realmente fue. Recuérdese a título anecdótico que aun en plena dictadura puso su casa y su hogar para recibir al futuro presidente Raúl Alfonsín, en momentos en que esto era una actividad peligrosa.
Para él la historia y la UCR no estaban divididas entre grandes y pequeños, hombres o radicales, sino entre aquellos que se doblan y aquellos que no.
Por Santiago Pereira Buscema

domingo, 2 de mayo de 2010

¿Qué hiciste Enrique Pereira?

15-05-2009 General
QUERIDO ENRIQUE

Homenaje del Secretario General del Comité Nacional, Mario Jaraz, a Enrique Pereira
¿Que hiciste Enrique?¿Por qué elegiste irte?¿Para qué?Tenías miedo que te quiten tu Unión Cívica Radical... si la verdadera... tenías miedo que te la roben.Y vos te robaste de la Unión Cívica Radical. ¿Quién te lo permitió...? ¿Y ahora qué...?Te llevaste tu pluma genial, tu concepto justo, tu pasión radical...Tu manera de ser inigualable, tu prodigiosa memoria llena de conocimientos, de anécdotas, de fechas, de citas...Nos dejaste sin tu sabiduría...No me animo a preguntar ¿Por qué?... quizás porque tengo miedo de enterarme que todos somos culpables...Porque quizás no supimos entenderte...Porque quizás no nos dimos cuenta que teníamos la obligación de escucharte, comprenderte y aprender. Porque tenias razón...porque decías la verdad y a la verdad no se la puede ni esconder ni ignorar.Porque cuando te ofuscabas tenías razón y porque cuando jugando con las palabras, para no ofendernos, nos hacías entender de que estábamos equivocados...y también tenías razón.Pero no siempre te lo reconocíamos.¿Qué pasó Enrique?Vos sabías que la tarea no estaba concluida...que cada mañana debíamos comenzar de nuevo y que eras uno de los pocos poseedores de lo necesario para que la tarea no nos condujera hacia destinos diferentes.Pero tenías miedo...¡no eras cobarde!...tenías miedo...Miedo que ese destino no sea el que aprendimos y con el que soñábamos...Vos sabías que no todos los que están son y que muchos de los que hablan del regreso y del reencuentro, mienten...Y tenías miedo que la táctica y la estrategia subordinen la ideología. Por eso, aún minoritariamente, luchabas por la coherenciaPero vos estabas... y entonces muchos nos sentíamos más seguros…¿Y ahora Enrique?Te conocí no hace muchos años y el escucharte hablar, contar, enseñar, el ver el brillo que adquiría tu mirada cuando, con una sabiduría inigualable abordabas el radicalismo, me significó darme cuenta de que las ideas, los principios, los ideales podían corporizarse. En vos estaba materializado el radicalismo. Buscaba conocerte más cada día, pero no necesitaba buscar quererte más.Ese quererte, mezcla de respeto, admiración, cariño, reconocimiento, había adquirido una dimensión tan importante, que te transformó en el referente obligado de mi sentir y pensar radical. Y así lo fui contando…Quizás quisiste ir rápido detrás de tu muy querido Raúl, tan rápido que no te diste cuenta, que aunque muchos necios no lo quieran reconocer, les hacías falta.¡Que sorpresa para don Leandro, don Hipólito, don Moisés, don Crisólogo, y muchos, muchos otros y seguramente también para don Raúl, porque llegaste corriendo y apurado. Ellos estaban tranquilos porque vos estabas aquí...!¿ Y ahora?Contáles todo, como sólo vos sabes hacerlo, pero también transmitíles tranquilidad, porque todavía habemos muchos dispuestos a batallar por todo lo que nos enseñaron tanto ellos como vos.Hable con Luz, con Ramiro, con los tuyos, y les dije que me perdonen que no vaya a Paraná a darte un adiós, porque preferí quedarme con el “Hola hermano querido” con que me recibías en cada encuentro...¿te acordas...?Pero no puedo esconderlo, estamos muy tristes... estoy muy triste...las lágrimas acuden presurosas porque quieren leer lo que escribo... quieren sumar su marca... ¡Que zonzas son, no saben que hoy escribimos en pantallas... y entonces caen y mojan, caen y mojan sin solución de continuidad.!Te fuiste, pero no me resigno, se que ello no nos impedirá continuar comunicándonos. Cada vez que se me ocurra algo nuevo, cada vez que una idea nueva se me presente, cada vez que encuentre respuesta para alguna duda, es porque seguramente estaré recibiendo un mensaje de don Enrique Pereira.Chau querido hermano... hasta todos los momentos...
Mario
S. ENRIQUE PEREIRA (q..e.p.d. )

por Rodolfo Miguel Parente
"El Diario 15/05/09"

Honda consternación ha provocado en los más amplios círculos de nuestra ciudad la trágica desaparición de S. Enrique Pereira. Vinculado a diversas instituciones de la ciudad colaboró activamente con entidades de bien público entre las que pueden mencionarse la Asociación "Mariano Moreno" y la Biblioteca Popular de Paraná. Pero fue con la Unión Cívica Radical el compromiso raigal. Desde su juventud - siempre se enorgullecía manifestar que se habia afiliado al radicalismo a los 15 años - se hizo carne en su personalidad el ideario de Alem e Yrigoyen que con sus particularidades encontró en Entre Ríos y en los Dres. Luis F. Etchevehere, Eduardo Laurencena y Enrique Mihura su más preclaros representantes. Militando primero en el Comité de la Juventud y luego en diversos estamentos tanto del Comité de la Capital como en el de su seccional, Pereira ocupó cargos de significativa importancia en el plano provincial llegando a ocupar la Presidencia del H. Congreso partidario. Además fue delegado al Comité Nacional en el que ocupó la Secretarias de Formación Política y a la H. Convención Nacional, integrando en la actualidad y habiendo sido elegido en la última reunión del más alto organismo partidario como integrante titular del Tribunal de Etica y Disciplina que preside la Arquitecta Elva Roulet.-
Pero el sustantivo compromiso de Enrique Pereira con el radicalismo de Entre Ríos no se agotó en sus postulaciones sino que militó activamente en varios de los grupos internos que integró a lo largo de su vida, haciéndolo con singular entusiasmo en el Movimiento de Renovación y Cambio que fundara el Dr.Raúl R. Alfonsín con cuya prédica se indentificara con toda lealtad. Los avatares de la democracia argentina no le fueron ajenos colaborando activamente en los diversos bloques legislativos del radicalismo, en la oposición o en el gobierno, habiéndolos asesorado integrando su personal en los períodos 1958-1962 y 1973-1976 esta vez en el Bloque de Senadores Provjnciales. Durante el gobierno del Dr. Carlos R. Contín, con quien forjó una relación de profunda lealtad y afecto, ocupó el cargo de Secretario Privado cesando en ocasión del aciago golpe de estado del 28 de juno de 1966 volviendo a su cargo de empleado raso de la administración pública provincial sufriendo traslados arbitrarios y castigos; fue así que en 1976 fue declarado "prescindible" por la dictadura militar: En esa y en múltiples ocasiones se le abrieron las puertas del periodismo a través de "El Diario", por entonces, en la persona de su Director el Dr. Arturo Etchevehere a quien profesaba una gran admiración y singular afecto. Integró el equipo periodístico de esta Hoja hasta que fue reclamado a otras responsabilidades institucionales; sin embargo hasta días antes de su muerte, periódicamente colaboraba con sesudos artículos en los que hacía gala de su estilo y profundidad de pensamiento.- Con el advenimiento de la democracia, en las elecciones del 30 de octubre de 1983 fue elegido Concejal por la ciudad de Paraná, cargo que resignó para ser designado Secretario de la H. Cámara de Diputados de Entre Ríos, brindando toda su sapiencia, experiencia y don de gentes, tratándose con propios y extraños con la misma consideración lo que le granjeó múltiples consideraciones. En la ocasión, se recuperó con el auxilio de los viejos empleados legislativos rescatados de los sótanos o de la calle, el acervo patrimonial y el mobiliario del recinto en el que el pueblo es representado. Durante ese lapso cumplió una proficua y ejecutiva gestión, permaneciendo a partir de 1987 vinculado al quehacer legislativo haciéndolo tanto en la H. Cámara de Diputados de la Nación cuanto en la H. Cámara de Diputados de Entre Ríos. En la última etapa de la gestión presidencial del Dr. Raul Alfonsín cumplió una misión en el exterior con asiento en la embajada argentina en el Reino de España.-
Con España, la republicana, Enrique tuvo una relación particular; hijo de padres gallegos pero afincados en nuestro medio se mantuvo conectado a los asuntos de la península pero particularmente con la causa de la IIa. República Española derrotada por la asonada franquista en 1939 luego de la cruenta guerra civil. Su biblioteca se cuenta entre las más completas del país en relación al trienio republicano, y es recordado por sus publicaciones dedicadas a esta temática y especialmente su contribución con la revista "Todo es Historia" en un recordado artítulo que dedicó a las repercusiones de la conflagración en nuestro país.- Su compromiso con esta causa lo vinculó con personalidades de la talla del Coronel Galán, Luis Jiménez de Asúa, Juan Ramón Jiménez, León Felipe, Manuel Alberti y María Teresa León, a quienes conoció personalmente, al punto de recibir en 2.005 un reconocimiento otorgado por el partido Izquierda Republicana - fundado por Manuel Azaña - denominado "Lealtad Republicana" habiendo viajado personalmente a Madrid para recibirlo.
La mayor madurez intelectual de Pereira se enancó con la década del '90 en la que auspiciado por la Universidad Nacional del Litoral publicó dos trabajos "Cuando los Teniente Coroneles era Radicales" y "Los mil nombres del Radicalismo Enterriano", en los que en prosa entretenida y profundamente documentada se refirió a la participación de cientos de militares radicales en la el nacimiento y evolución de la UCR, y en su segunda obra en ameno y sustantivo recuerdo rememoró gran parte de los dirigentes del radicalismo entrerriano. Además, en comunión con el Dr.Rodolfo M.Parente y su hijo Ramiro en plena década del '90 escribió "Neoliberalismo:Fomentar el Malestar General" una obra de clara denuncia de los efectos de la implantación del neoliberalismo en los asuntos de nuestro país.
El colofón de su aporte literario lo constituyó una formidable obra a la que denominó "DIccionario Biográfico Radical" en el que trabajó artesanal y silenciosamente por más de 30 años y hasta el día anterior a su fallecimiento. Más de 1.800 dirigentes radicales en el lapso 1891 a 2.009 figuran en su obra póstuma que seguramente será reconocida con mayúsculas como un aporte no solo a la historia del radicalismo sino a la historia contemporánea de los argentinos.Esta contribución en formato digital recibió desde que se comenzó a editar más de 180.000 visitas de todas aquellas personas interesadas en conocer la trayectoria de vida de miles de militantes radicales que en mayor o menor medida han contribuido con el mantenimiento en el tiempo de esta más que centenaria fuerza política.-
Enrique Pereira fue por fin, un formidable polemista y un intransigente en la defensa de los temas que consideraba intangibles, pero además lo caracterizaba un agudo sentido del humor y su carácter enérgico en el sostenimiento de su pensamiento, que más de una vez, se limaba en el abrazo fraterno o la explicación oportuna.-
Enrique Pereira, que contaba con 70 años de edad, serà recordado no sólo por su esposa Luz, sus dos hijos Ramiro y Santiago, su hija política Carolina y su nieta Federica, sino también por sus más queridos y cercanos amigos, sus correligionarios,s adversarios polìtivcos y seguramente, más temprano que tarde, por una sociedad que ha perdido un talentoso intelectual, un estudioso de las cosas nuestras y un fervoroso militante político.-

publicación en el diario de Parana por Luz Alcain




Enrique Pereira: 35 años dándole pelea al olvido

Seis meses se cumplen este sábado del fallecimiento del dirigente. Tras un trabajo de 35 años - que él asumía como siempre y necesariamente incompleto- Pereira dejó una obra inédita que reúne en la web cientos de biografías de radicales de todo el país. Pero la familia proyecta publicar una versión en formato de libro.
Publicado el: 15 de Noviembre de 2009
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Su nota sobre “los tatuajes” sigue en la portada del Diccionario Radical. Está allí, incólume, desde el 11 de mayo pasado para dolorosa llaga en el mundo de la política, para imborrable regocijo de los porfiados en sostener ideales, para los que cargan la agridulce sensación de la soledad rodeada de barullo. Se cumplió ayer seis meses de la muerte del dirigente radical Enrique Pereira. Basta entrar en www.diccionarioradical.blogspot.com para dar con la tan comentada nota de los tatuajes, esa que habla de las identidades políticas, de las marcas ideológicas a fuego. Habla de las nuevas técnicas para borrar en la piel las huellas de tinta, técnica que Pereira supo emparentar con los que cambian de partido según sople el viento. La nota se titula “Don. Los tatuajes borrados y las identidades traslaticias” y relata un encuentro con un pescador que vive en la miseria, que tiene por capital sus ideales. Le dicen simplemente Don –cuenta o imagina Pereira-, tiene tatuado a Hipólito Yrigoyen en un brazo. Antes de dejar al dirigente en la costa, mientras se aleja remada a remada, el pescador le promete: “Me corto la mano antes de traicionar a mi partido”. Desde aquí una invitación a su lectura, que es un modo de saber qué lo andaba preocupando a Pereira, qué diálogos tenía o imaginaba con un militante anodino del radicalismo. La firmó el 11 de mayo. Para que quede allí como testimonio. Tres días después, decidió irse. Portada La nota sigue en la portada de un trabajo inconmensurable de Pereira, trabajo que acompañó su vida cotidiana en los últimos 35 años en un hacer rutinario, obstinado, que no tuvo interrupciones hasta su muerte. Se trata del Diccionario Radical que reúne cientos de biografías de afiliados, militantes y dirigentes del partido centenario aunque su autor privilegió siempre la investigación y difusión de las vidas de los más desconocidos. En sus propias palabras, según se puede leer en el blog, el diccionario es “el resultado de muchos años de trabajo, inspirado exclusivamente por el amor a la UCR. Es una manera más de militar”. Pereira lo dedica a Raúl Ricardo Alfonsín y explica que “la idea es intentar rescatar del olvido a personalidades fallecidas que no debieran ser olvidadas. La mayoría por su abnegación. A otras, pocas, para no olvidar sus defecciones y hasta sus traiciones”. “Necesariamente será incompleto. Siempre harán falta más nombres y más datos”, advierte Pereira en una convocatoria desesperada a la militancia de todo el país para que aporte sus materiales, anécdotas, informaciones, fotografías. En el blog, la información se ordena por provincias. Así, si se elige la opción por “Entre Ríos” se accederá al listado de biografías de esta provincia. Hay una condición inexpugnable para integrar el diccionario: estar muerto, andar esa dimensión especial a la que accederían fogosos, polémicos o grises dirigentes tras dejar la cotidiana arena política. Proceso La condición de fallecido era tan importante como la de ser radical para figurar en el blog. Tanto era así que Luz Buscema, viuda de Pereira, explicó que el trabajo tenía por habitual disparador la noticia necrológica que diera cuenta de una “muerte radical”. Era una suerte de responsabilidad militante la que se despertaba entonces. Se trataba de evitar el olvido para ese “correligionario”. Así, su tarea no terminaba nunca, despabilada en décadas por alguna muerte o por la llegada a su domicilio particular de alguna historia o una foto que completara una biografía ya iniciada, una pieza más en un rompecabezas infinito que se iba haciendo con la vida misma. Luz explicó que la tarea de su esposo no cesó nunca. “Ni siquiera cuando vivimos en España”, dijo la mujer que hizo notar la infinita inversión en dinero “para el teléfono, para el correo” y remarcó el modo en que todo se simplificó cuando “el material pudo ser trasladado a la computadora y, unos años después, Enrique pudo además comunicarse vía e-mail con radicales de todo el mundo”. En eso estaba, seguía estando, cuando se fue de golpe. Dejó un inmenso silencio y un patrimonio incalculable. Sobre todo, dejó una responsabilidad ineludible para la militancia: ganarle, en desventaja, una carrera al olvido. En papel Esa obra que dejó Pereira en formato digital, tiene también su versión en papel. Ocupa un espacio importante: 1800 páginas que amontonan historias, anécdotas, fotos, en orden alfabético. “Como homenaje a Enrique queremos hacer una edición en papel”, confió Luz Buscema que, cuando el dolor deja tiempo, se ocupa de avanzar en una necesaria síntesis del inmenso trabajo. “Queremos hacer un libro que sea barato, que sea de fácil acceso para la gente, que se difunda”, dijo la mujer que, para describir el trabajo de Pereira, apeló a una anécdota y al “humor al paso” que caracterizaba a su marido: “Yo siempre le decía ‘terminá ya con ese diccionario de una vez por todas’. Le decía que, al final, iba a ser una obra póstuma y que yo ni siquiera iba a poder disfrutar de los derechos de autor porque cualquiera iba a editar el material. Su diccionario no lo terminó pero hizo el trámite ante la Dirección Nacional de Derechos de Autor”. Tribulaciones Tal vez fue demasiado para un hombre como Pereira, al que pocas cosas le importaban más que la política y la UCR. En la noche del 31 de marzo había fallecido Raúl Alfonsín, su amigo y referente partidario. Pereira ya era, entonces, el tercer miembro del Tribunal de Ética y cargaba con orgullo ese puesto. Sin embargo, fue una braza cuando debió resolver el perdón a Julio Cobos, a quien había criticado ferozmente. Insistentes llamados intentaron convencerlo y Pereira votó como votó, el 11 de abril. El fundamento del perdón invocaba la memoria de su querido Alfonsín. En efecto, el presidente de la Convención Nacional, Hipólito Solari Irigoyen solicitó que se levante la sanción por cuanto el vicepresidente “manifestó su anhelo de integrar el radicalismo e invocó el llamado a la unidad partidaria que le hizo, en su lecho de enfermo, el ex presidente Raúl Alfonsín”. Pereira había escrito en contra del ex radical K, entre otras cosas, la siguiente: “El Ingeniero Cobos, que le debe todo a la UCR, no trepidó en abandonarla en los tiempos de las vacas flacas, marchándose para pacer en campos con hierbas aromáticas, incapaz de marchar por el desierto, como lo hicieron muchas generaciones de radicales en distintos momentos de la Historia”. Un mes después de levantarle la sanción a Cobos, el 11 de mayo, Pereira firmó en su Diccionario Radical la nota de “los tatuajes” que aquí se menciona. Luz Alcain, para El Diario
Claves: Pereira

sábado, 1 de mayo de 2010

articulo del 1 de mayo de Mario jaraz

"CONOCIENDO A DON ENRIQUE PEREIRA" - Imprescindible -
Queridos Amigos: Faltan pocos días para que se cumpla un año de la desaparición física de Don Enrique Pereira, un radical mil por ciento que, les puedo asegurar, dejó un espacio que será muy difícil de llenar en nuestro partido.Por su sapiencia, su conducta, su lealtad y su desesperada pasión por luchar en pro de una UNION CIVICA RADICAL auténtica, fuerte y pura, creo que quienes tuvimos la suerte de conocer a este “enorme entrerriano” tenemos la obligación de hacer conocer sus ideas, especialmente en diferentes situaciones trascendentales que tuvo que enfrentar el partido,De la lectura de ellas se podrán extraer, seguramente, enseñanzas de pura raíz radical, sin contaminación, que nos permitirán adoptar posturas positivas.Su osadía por poder seguir siendo, su impulsividad por defender la verdad radical y su coraje para exponer sus ideas con simpleza y enorme capacidad e inventiva, llegaron a transformarlo en hasta molesto para aquellos que nunca quisieron entender que el radicalismo más allá de una ideología, una doctrina, es también una forma de vivir y de comportarte.Hacemos el aporte de presentar varios de sus escritos no con el fin de de que sólo sean conocidos, sino convencidos de que producirán en quienes tengan la voluntad de leerlos, el mismo efecto inspirador que personalmente nos provoca.El primero tiene que ver con lo que le produjo la recepción de una invitación para concurrir a la presentación de Roberto Lavagna como candidato a Presidente de una unión política encabezada por la UCR.Mario Jaraz